Coro de Ópera de Málaga y OFM en uno de los momentos del Réquiem de Verdi. Daniel Pérez / Teatro Cervantes

Coro de Ópera de Málaga y OFM en uno de los momentos del Réquiem de Verdi. Daniel Pérez / Teatro Cervantes

Por tercera vez esta semana la Orquesta Filarmónica interpretaba en el Teatro Cervantes de Málaga. Tras la potente Quinta de Mahler, ayer los profesores se reunían para traer el Réquiem de Verdi. Pero en esta ocasión el protagonista era el Coro de Ópera de Málaga, que con esta cita culminaba los actos de celebración del veinticinco aniversario de su constitución.

El público llenaba la sala, y es que los noventa y siete coralistas, la soprano Seyoung Park, la mezzo María Luisa Corbacho, el tenor Xabier Moreno y el bajo Rubén Amoretti junto a la OFM eran más que suficiente motivo. Todo ello bajo la dirección de  Salvador Vázquez, director titular del COM.

Esta Misa de Réquiem, una de las muchas que encontramos a lo largo de la historia, surge de la profunda admiración que sentía G. Verdi por el escritor Alessandro Manzoni. Así, esta creación suena por primera vez en la iglesia de San Marcos de Milán en mayo de 1874, coincidiendo con el primer aniversario de la muerte de su compatriota.

Mezclando con minuciosidad la luz celestial, el terror del infierno, la súplica, y la esperanza entre otras muchas alusiones, el coro supo llevar a cabo con pulcritud la gran representación, con el sustento de una orquesta que, aunque presumiblemente venía algo agotada tras el Mahler de días atrás, cumplió su papel sin problemas reseñables. Sorprendentes fueron los solistas que se desenvolvieron a la perfección, pese a alguna afección visible, que no se vio reflejada en las intervenciones.

Aún observando su enorme formato, la música de esta extensa obra solo es impactante y atronadora en determinados puntos -uno de los más destacados y que se repite  a lo largo de la pieza es el reconocido Dies Irae– que se alternan con pasajes de gran dulzura y serenidad. Dichos pasajes fueron desgranados con detalle por el maestro Salvador Vázquez, que se sirvió de su visible trabajo cercano con los coralistas para perfeccionar el resultado final, teniendo en cuenta el número de músicos que se encontraban bajo su batuta.

Una vez más quedó patente el buen fruto que nace de la combinación de la Filarmónica y el Coro de Ópera de Málaga. Seguro que el público espera que sigan dando esos resultados muchos años más.