Después de sus estudios de composición y piano, se especializó en la creación para el campo audiovisual, ¿Por qué le atrajo más esta faceta que la composición tradicional para concierto? 

En realidad, sigo disfrutando de hacer música de concierto y es un espacio que jamás dejaría, donde podemos realmente poner una maquinaria a funcionar distinta, sin el respaldo o la distancia que debemos guardar con la historia audiovisual. No obstante, la idea de hacer sonar historias está en mí desde que empecé a estudiar piano siendo una niña, veía películas muy de la época como “La Historia Interminable” y pensaba: “algún día la música de la peli me la inventaré yo”. 

¿Qué cualidades cree que debe tener un compositor, en particular para el campo audiovisual? 

Creo que fundamentalmente ha de tener sensibilidad para el lenguaje con el que nos habla la imagen, formarse todo lo posible para que sus opciones sean más ricas y ser muy perseverante. La más difícil es la última… 

¿Cree que puede acercarse a más público a través de la música para lo audiovisual? 

Actualmente, con la cantidad de plataformas y formatos a través de los cuales escuchamos y consumimos música, creo que el audiovisual ya no es la ventana número uno para llegar al público, hay artistas que simplemente compartiendo su trabajo en redes o mediante buenos directos han llegado a tocar a mucha gente. Es una vía más, aunque, eso sí, si la historia realmente nos toca, la música entra de la mano. 


La compositora Isabel Royán. Fotografía: Mercedes Carrillo

Lo esencial para mí es el resultado como sonido y sus efectos en nuestras emociones, que la música te “arrastre” hacia algún lugar de ti. 


¿Qué opina de las últimas tendencias compositivas, considera que se ha impregnado de ellas? 

Diría que sí, si te refieres al lenguaje contemporáneo en la orquesta o al uso de la electrónica, sin duda. Explorar la tímbrica es una de mis pasiones, y en esto ya llevamos un par de siglos transitando, ha sido la gran revolución de la música de nuestro tiempo. 

¿Cómo define su estilo compositivo? 

Es de las cosas que resultan siempre más difíciles de hacer… Pero en un intento, te diría que me gusta escribir música muy onírica, tímbricamente rica y que juega bastante con las sensaciones rítmicas. Soy también amante de los instrumentos o efectos poco empleados y de las secciones graves. Lo esencial para mí es el resultado como sonido y sus efectos en nuestras emociones, que la música te “arrastre” hacia algún lugar de ti. 

¿Qué compositores tiene o tuvo como referencia? 

Me fascina el trabajo de Szymanowski, Debussy, Falla o Arvo Pärt. En audiovisuales te podría citar a Johann Johannsson o a Zimmer, aunque son muchos. 

En la última edición de la vigésima segunda edición del Festival de Cine de Málaga, sólo ha habido cuatro mujeres directoras en la sección oficial y una sola compositora, usted, con el cortometraje “La Herencia”. ¿Qué se siente siendo la única en un mundo donde aún predominan con mucha diferencia los hombres? 

Es una situación, entiendo, temporal. Cada vez hay más mujeres en el ámbito profesional de la música, en general, y en el de las bandas sonoras en concreto, de modo que espero que sea sólo una cuestión generacional. Estudiar música o desarrollar un perfil profesional en este ámbito requiere de muchos años de formación, experiencia… y actualmente vemos el reflejo de las que comenzaron hace diez años, veinte… es cuestión de tiempo que el panorama sea distinto. 

¿Por qué cree que hay pocas mujeres que se animen a estudiar composición? ¿Piensa que hay algún estigma o presión social a la hora de elegir instrumento o rama como especialidad musical según el género del alumno? 

Realmente creo que, tanto en conservatorios como en otros centros de formación, las cifras deben ser ya muy similares, pero hace algunos años sí que era menos frecuente. Quizás el no ver en los medios y en las producciones a compositoras de cine que nos sirviesen de referente hiciera que no fuese, a priori, una opción en mente para muchas chicas. A pesar de que había compositoras para cine en activo como Rachel Portman, Laura Karpman o Eva Gancedo. 

Y después de finalizar los estudios toca hacerse un hueco en el mundo laboral, ¿cree que en el campo de la composición audiovisual existe el famoso “techo de cristal”? 

Existe en este y en muchos campos, no sería honesta si te dijese que no se percibe en muchas ocasiones. Creo muy acertadas las palabras de una compañera directora de cine cuando indicaba que aún cuesta confiar en el potencial de una mujer para proyectos de envergadura, pues parece más necesaria una trayectoria que la respalde que en el caso masculino, donde se confía más en sus posibilidades y talento incipiente que en el portfolio, pero también conozco casos contrarios en otros campos, donde el techo de cristal se lo encuentran ellos. Poco a poco. 

Una última pregunta respecto este tema, estudió periodismo además de composición musical y piano, ¿sintió alguna diferencia entre estudiar periodismo siendo mujer y estudiar composición? 

La verdad es que sí, en Periodismo no era en absoluto una minoría; estudiando Composición, sí. Me cruzaba cada día, en la calle y en pantalla, con montones de periodistas mujeres, cosa que no me ocurría con compositoras. No obstante, insisto, creo que es una cuestión generacional y de visibilización, y ambas cosas se ha avanzado muchísimo. 

Hace algunos años, ingenieros de la UMA crearon IAMUS, una máquina capaz de crear música en diferentes estilos, grabando incluso un CD con la London Symphony Orchestra ¿Qué opina sobre esto? ¿Lo considera música? 

Supongo que si suena e incluso es capaz de mover algo en los oyentes, debe serlo, aunque por experiencia te diría que la técnica, que es lo que IAMUS puede imitar, es sólo una parte de la música, una parte que sin un porcentaje de inspiración y azar nunca avanzaría hacia algo realmente “distinto”. 

¿Hay algún sueño que no ha logrado todavía? ¿Cuál es la última alegría que le ha dado la música? 

Pues hay unos cuantos, entre ellos materializar un proyecto para voces y orquesta en el que estoy trabajando. Ya si es a lo grande, me gustaría poder hacer sonar cualquier historia de Guillermo del Toro o de Isabel Coixet y, en general, más historias que ahonden en lo desconocido y en lo vulnerable del ser humano. La última alegría ha sido poder asistir como compositora invitada al Movie Score Málaga y escuchar mi banda sonora para videojuego “Asakami: A Soul’s Journey”, interpretada por handpan y orquesta. 

¿Crees que los jóvenes tienen suficientes oportunidades en la actualidad? 

Creo que en el terreno de la formación musical tienen muchísimas opciones de crecer, en una institución, de manera autodidacta, asistiendo a conciertos y charlas… Laboralmente, creo que es cuestión de plantearse objetivos y, a veces, también de ser valiente y moverse hacia donde crean que está su oportunidad. 

¿Cree que es necesario que las Enseñanzas Artísticas Superiores se integren en la Universidad? 

Absolutamente. No conozco ninguna carrera universitaria que dure catorce años de estricta especialización “inicial”, más que las artísticas. Lo extraño es que se haya creado en nuestros días algo llamado universidad sin la presencia de las artes. 

¿Qué significa la música para usted? 

Una manera muy vívida de entender el mundo y de pasar por él. 

Entrevista: Alejandro Cano y David Wadie.

Fotografía: Mercedes Carrillo