Este mes pudimos escuchar a La Real Orquesta Sinfónica de Sevilla, bajo la dirección de Pedro Halffter, como orquesta invitada en el Teatro Cervantes. El programa estaba compuesto por la Obertura de Rienzi de Wagner y la Sinfonía nº1 de Mahler en el Teatro Cervantes.

La obertura, compuesta por Wagner en 1840, comienza con una llamada a la guerra por parte de la trompeta y termina con una marcha militar. Esta pieza nos sirvió para abrir boca y tras los aplausos se dio paso a la Sinfonía nº 1 de Mahler, el plato fuerte del concierto.

Esta sinfonía, compuesta entre 1884 y 1888, fue concebida en un principio como poema sinfónico. Mahler la llamó “Titán” por la novela de Jean Paul, aunque especificó que no se basaba en ella y terminó por quitarle el nombre y uno de sus movimientos, el llamado “Blumine”, en 1900 en la ejecución vienesa. Finalmente su estructura consta de cuatro movimientos.

I Langsam, schleppend. (Lento, arrastrando. Como un sonido de la Naturaleza).

II Scherzo. Kräftig bewegt, doch nicht zu schnell. (Scherzo: Con movimiento vigoroso, pero no demasiado rápido).

III Trauermarsch: Feierlich und gemessen, ohne zu schleppen. (Marcha fúnebre: solemne y mesurado, sin arrastrar).

IV Stürmisch beweg. (Tormentoso).

De la mano de Halffter pudimos disfrutar de la ironía, la tragedia, el lirismo y las evocaciones al mundo infantil y a la música popular a través de la partitura de Mahler.

En las partes delicadas de la sinfonía se pudo percibir cierta falta de empaste entre la cuerda y el viento, no obstante, las partes en forte llenaron la sala de fuerza y energía.

Los músicos iban con la lección bien aprendida, ya que han interpretado en anteriores ocasiones el mismo programa y eso se notó en el teatro.

Tras los aplausos y parte del público en pie, la orquesta nos deleitó con Nimrod, la IX Variación de la obra de E. Elgar, Variaciones sobre un tema original para orquesta Op.36 “Enigma”.

En definitiva, un concierto bien ejecutado, con un programa interesante y a pesar de ello con una ausencia notoria de jóvenes entre el público. Es aquí donde nos damos cuenta de que todos tenemos aún mucho que hacer por el futuro de la música clásica, tanto desde el punto de vista del público como las instituciones e incluso las propias orquestas.

 

Lucía Jurado