El lago de los cisnes

La Reina Madre (Irina Popova) y el príncipe Sigfrido (Sergei Bikbulatov) en el tercer acto

La dualidad del bien y del mal, el amor, la naturaleza y la magia nos acompañaron el pasado viernes 27 de diciembre en esta producción a cargo del Tchaikovsky National Ballet of Russia de El lago de los cisnes. 

En un Teatro Cervantes de Málaga lleno de público hasta la bandera -lo cual siempre es agradable de ver- pudimos disfrutar de este ballet con música de Piotr Ilyich Tchaikovsky y coreografía de Marius Petipa y Lev Ivanov (estrenada originalmente en 1877, pero recibiendo su gran acogida en 1895) , adaptada en esta ocasión por  Evgeny Amosov. Así, a las 21’05 horas daba comienzo el espectáculo; no sin algún error técnico pero eficientemente solventado.

El argumento transcurre a través de cuatro actos: el príncipe Sigfrido (Sergei Bikbutalov) en su vigesimoprimer cumpleaños encuentra el amor en Odette (Ami Odonoghue), la reina de los cisnes de un lago. Hechizada junto a sus amigas (Elena Ovechkina, Irina Popova, Ekaterina Beltiukova, Makiko Miyasho) por el mago Rothbart (Anton Bashmakov), están condenadas a ser cisnes excepto desde la medianoche hasta el amanecer -entonces son bellas doncellas- hasta que alguien jure amor eterno a su reina. El mago pretende boicotear la rotura del hechizo a través de su criatura Odile (Ami Odonoghue), quien encandila al príncipe haciéndole confundirla con Odette y hace que éste jure fidelidad a Odile, traicionando a su amor verdadero. Cuando Sigfrido se da cuenta de lo que ha hecho aturdido por la magia y la confusión, acude destrozado hacia Odette recibiendo la triste noticia de que moriría al haber sido traicionada. Así, decide seguir el destino de su amada y se hunde junto a ella en el lago. El sacrificio deshace el sortilegio sobre el resto de los cisnes y éstos se transforman en doncellas para siempre.

Pudimos admirar en la formación dirigida por Nikolai Markelov una coreografía muy cuidada en todo momento, transmitiendo esa sensación visual única que aporta el ballet, destacando los conocidos pas-de-trois (Elena Ovechkina, Roman Vladimirov, Aya Ishikawa) y pas-de-deux (éstos con un toque más personal de Evgeny Amosov) del segundo y tercer acto respectivamente.  En lo musical, a veces se echaba mucho de menos a una orquesta en el foso en lugar de la grabación del trabajo de Tchaikovsky, lo cual hubiera contribuido a crear con más profundidad la atmósfera. Todo ello estuvo aderezado con un montaje sobrio sin excesos de luz o color; en su justa medida.

Así pues, podemos recomendar El lago de los cisnes que se volverá a repetir este próximo 2 de enero en el Teatro Cervantes de Málaga a las 21’00 horas, además de la función de las 17’30 horas, que se ha añadido hace pocos días.