Llega el martes, y tras la presentación del domingo y la música húngara del lunes, ayer era el turno del folclore ruso.

Un público expectante que llenaba el Teatro Echegaray de la capital malagueña comenzaba a consultar sus programas cuando entran en escena 4 bailarinas vestidas para la ocasión danzando claros compases rusos al son de música grabada. Así daba comienzo este preludio fuera de programa -como va a ser habitual en este festival- que ayuda a los asistentes a sumergirse en el ambiente de inspiración folclórica que subtitula esta segunda edición del Málaga#Clásica. Intercalando las danzas de esta pequeña agrupación, actuaba una cantante que interpretó más repertorio, en este caso sólo con voz. No faltó para cerrar esta parte del concierto una danza típica por parejas, para la que hasta requirieron la participación de cuatro asistentes masculinos del público.

Llegamos al programa en sí, comenzando por una selección de Canciones para voz y piano que interpretaban Aurelio Gabaldón a la voz y Anna Petrova al piano. Comenzaron por las de Rimsky-Korsakov y continuaron con las de Mikhail Glinka. El tenor tuvo el detalle de traducir las letras de las canciones en ruso al castellano, para que el público pudiera empatizar más con la interpretación que encajaron perfectamente los dos músicos.

Para concluir con este pequeño ciclo que tocaba a algunos de los compositores rusos del grupo de los cinco, salían al escenario Anna Nilsen, Jesús Reina (los violinistas artífices de este festival), Jesús Rodolfo Rodríguez a la viola y Dmitri Atapine al violonchelo para deleitarnos con el Cuarteto de cuerda n. 2 en re mayor de A. Borodin. Una intepretación impecable, brevemente introducida por una explicación del cellista, quien tenía sin lugar a dudas un papel importante dentro de esta obra, «del cual me siento afortunado», decía.

Tras el descanso, se pudo percibir la ausencia de algunos asistentes que estuvieron desde el principio. Quizá la introducción folcórica hizo que se alargara más la duración total del concierto, y esto repercutió en la hora en la que comenzaba la segunda parte del mismo. Así, con La historia de un soldado de I. Stravinsky, continuaba la velada bajo ese recorrido por los compositores rusos, dando un pequeño salto en el tiempo hasta un avanzado s. XX. El folclore también estaba presente en el violín de Anna Nilsen, el clarinete de Christine Carter y el piano de Anna Petrova. Una interpretación que no dejó indiferente a nadie y que dio paso al Souvenir de Florence, para sexteto de cuerda en re menor, Op. 70 de Tchaikovsky, remontándonos de nuevo a finales del s. XIX. Jesús Reina y Anna Nilsen a los violines, Jesús Rodolfo Rodríguez y Chieh-Fan Yiu a las violas e Hiro Matsuo y Dmitri Arapine encargados de los cellos nos llevaron por esta obra del compositor ruso inspirada en una ciudad extrajera, pero que no deja de plasmar la música de su patria.

En definitiva una muy buena velada que quizá se hizo más larga de lo previsto por la introducción folclórica, pero quedó compensado con la alta calidad de las interpretaciones del programa. Continuaremos viajando estos días a través de este festival…