Yuja Wang

La pianista Yuja Wang

Martes y 13, 38 grados a la sombra en Sevilla y Yuja Wang en el Teatro Maestranza de la capital hispalense.

La pianista asiática de 27 años abordó un repertorio complejo, comenzando la velada con la Sonata nº 3 en La menor, Op.28 de Prokofiev, que sirvió para ir abriendo boca de lo que vendría después, la Sonata nº 3 en si menor, Op. 58 de Chopin, una obra compleja en cuanto a sonoridad que Yuja solventó con una técnica envidiable, unos pianissimos que parecían imposibles de imaginar y una musicalidad impropia de una joven veinteañera.

Después del descanso, como es propio en ella, casi sin tiempo entre el momento de sentarse en la banqueta y la primera nota de la obra, unas casi desconocidas Variaciones para piano, Op. 41 de Kapustin, con ritmos jazzísticos daban pie al Nocturno nº 1 en Do menor, Op. 48 y la Balada nº 3 en La bemol mayor, Op. 47 para despedir el repertorio chopiniano destacando nuevamente los planos sonoros tan extremos que puede llegar a controlar.

Petrouchka de Igor Stravinsky cerraba el programa. Sin palabras. La pianista asiática hizo alarde de su técnica con esta obra virtuosa del compositor ruso muy rara de ver en circuitos y programas ya que solo alguien como Yuja puede interpretarla sin complejos.

Con el Teatro en pie, hasta tres veces tuvo que salir la pianista a saludar, para dar paso a lo que comenzó como un bis y terminó por ser la tercera parte del programa.

Un arreglo de Carmen hecho por Horowitz fue el primero, en el que como siempre, volvió a destacar su técnica para resolver los numerosos problemas sonoros que presenta el arreglo.

Tras otras tres salidas para saludar, se sentó para improvisar sobre un tema jazzístico, por si a alguien no le quedó claro que se desenvuelve como nadie en cualquier género.

Cada vez el público estaba más entusiasmado con la pianista, nadie quería que terminase la noche y Yuja Wanj deleitó al público con otro arreglo de la Marcha Turca, esta vez de Volodos con pequeños retoques de la propia Yuja.

Un sonido atronador de aplausos y bravos llenaban la sala para que la joven volviera a pisar el escenario del Teatro y terminara con el Waltz nº 2, Op. 64 de Chopin. Así se despidió por última vez del público sevillano, bastante joven, por cierto, que disfrutó de lo lindo con una de las mejores pianistas del panorama musical internacional.