Frederic Mompou i Dencausse, más conocido por Federico Mompou, nace en Barcelona el 16 de abril de 1893.

Comienza sus estudios de piano en el Conservatorio del Liceo, bajo la tutela de Pedro Serra y en el año 1908, con 15 años, se enfrenta a su primer recital público en la sala del Orfeó Barcelonés, donde demuestra su habilidad frente al instrumento. Aun conociendo gran variedad de repertorio pianístico, no tiene la tentación de componer hasta 1909. Es entonces, con 16 años, donde bruscamente encuentra la vocación compositiva cuando acude a la “Sala Mozart” de la ciudad condal a un concierto de Gabriel Fauré, en el que el compositor interpretaba su propio Quinteto, opus 89 para cuerda y piano. Esta audición fue una verdadera revelación, y le marcó con tanta evidencia su camino que Mompou comienza a escribir.

Esto no significa que sus primeros esfuerzos le dieran el resultado satisfactorio, pero tras 2 años, en 1911, concluye la que considera su primera obra que merecía ser conservada, Planys (Lamentos, en catalán). Éste sería el germen de Impresiones íntimas, nueve pequeñas piezas para piano que tienden a una armonía pura y temática estática.

La escuela francesa fascinaba a Mompou, lo que le atrajo en noviembre de 1911 a París, donde estudia piano con Ferdinand Motte-Lacroix (futuro intérprete de sus piezas) e Isidore Philipp. Es aquí donde escribe la mayor parte de las obras que forman su primera colección, pero no las había sacado a la luz aún, pues aunque acudió a Francia para proseguir sus estudios pianísticos, su intención real era estudiar composición a través de los maestros que admiraba. No obstante, su carácter introvertido hizo que no se entrevistara con Fauré, director del Conservatorio, para acceder al centro, por lo que asistía de oyente a las clases. Trabaja con Marcel Samuel Rousseau, quien le enseña armonía, pero acabó desalentado ante las restricciones de la técnica armónica, y abandona el estudio de la composición en el sentido académico.

En 1914 vuelve a Barcelona, huyendo de la Primera Guerra Mundial. En su ciudad natal es donde escribe varias piezas entre las cuales encontramos Scènes d’Enfants, dividida en tres partes, con referencias a un jardín de infancia y Cants màgics, que vería la luz en 1920, así como la primera de sus Canciones y Danzas.

Al regresar a París en 1921, el que fuera su profesor de piano, Ferdinand Motte-Lacroix, da a conocer sus obras Cuatro canciones catalanas, Scènes d’Enfats y Cants màgics en un concierto en la Sala Erard. Emile Vuillermoz, crítico musical de Temps, reconoce inmediatamente la calidad de las piezas y publica un artículo sobre Mompou. En 1922, Motte-Lacroix y Eduardo Toldrá interpretan Impresiones íntimas, Cants màgics y Fêtes lointaines  en el Palau de la Música de Barcelona. Un año después, se instala en París, donde permanece hasta 1941. Es a partir de este período cuando se ralentiza el ritmo de su producción musical, aunque compone cuatro de las doce Canciones y Danzas, y seis de los diez Preludios.

Cuarenta años separan la publicación de la Canción y Danza nº1, que data de 1921, de la decimosegunda y última, editada en 1962 (aunque escrita diez años antes). Sin embargo, dicha dilatación temporal no es perceptible, pues se puede apreciar una homogeneidad que caracteriza la colección, otorgándole cohesión  a través de temas del folklore catalán, entre otros. Paralelamente a las Canciones y Danzas, Mompou trabaja en los Preludios, que nada tienen que ver con las mencionadas tradiciones populares, imprimiendo a cada uno un sentido más puramente musical.

Es en 1938 cuando comienza las Variaciones sobre un tema de Chopin, aunque fueron revisadas en 1957 definitivamente. El tema elegido es el Preludio en la mayor. De nuevo sorprende el espíritu de continuidad de estas bellas variaciones, donde la elegancia del polaco se conjuga con la delicadeza del catalán.

El regreso a Barcelona en 1941, dejando atrás un París ocupado por las tropas de Hitler, marca una nueva etapa creadora al artista durante la cual volvería a “renacer”. Mompou llegó a subestimar su música en comparación con la de Stravinsky, Bartok o Webern, cuyas tendencias parecían haberse convertido en las únicas que un músico de envergadura podía adoptar, pero finalmente decide no desviarse del camino que él mismo había trazado ya, persistiendo en sus ideas y recuperando la confianza en sus obras.

Es en este año también cuando conoce a la pianista Carmen Bravo, durante las pruebas de un concurso de interpretación en cuyo jurado se encontraba Mompou; con ella se casaría quince años después.

El ciclo de lieder Combat del Somni (Combate del Sueño) empieza a fraguarse en 1942, donde conjuga la voz con textos del poeta José Janés y el piano, que luego orquestaría en 1949.

Música callada (1959-1967), a pesar de la simplicidad de su escritura, posee un mayor intelectualismo, aunque no abandona el sistema tonal por completo. Formada por cuatro cuadernos  -veintiocho piezas en total-  presentan a un Mompou más íntimo si cabe, que exalta de las posibilidades expresivas del piano, apoyándose en todos los recursos de un arte que ha alcanzado su punto máximo.

Una obra de inspiración gallega es la Suite Compostelana, que data de 1962, fruto de la colaboración del barcelonés en los cursos musicales en Compostela como profesor y miembro del Consejo Directivo. Dedicada a Andrés Segovia, es de las pocas incursiones del compositor en el terreno de la guitarra.

Mompou tiene una pronunciada tendencia a considerar como accidentales sus obras no pianísticas, lo cual no impide que el oratorio Improperios (1963), también sea una obra maestra. Con texto en latín, hace una incursión en la música sacra a través de un barítono o bajo, coro y orquesta, escapando del intimismo que se encuentra en otras piezas. Es estrenado en 1964 en Cuenca, durante la III Semana de Música Religiosa, y es audicionada en Nueva York en 1973, donde el compositor acude invitado.

Así, en 1975 se edita la grabación discográfica de la integral de la obra para piano del compositor, interpretada por él mismo,  a manos del sello Ensayo, y más tarde, en 1978, Federico Mompou sufre un ictus cerebral que interrumpe definitivamente su labor compositiva. Fallece el 30 de junio de 1987.

Entre las menciones, premios y homenajes a Mompou, destacan el Primer Premio Nacional de la Sección Sinfónica y de Cámara en el Concurso de Compositores y Musicólogos Españoles (1945), el nombramiento como académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Jordi (1952) y de San Fernando (1959), Chevalier des Arts et Lettres por el Ministerio de Cultura Francés (1971), miembro de la junta directiva del Orfeó Català (1974), concesión de la Llave de Barcelona y Medalla de Oro al Mérito Cultural de la Diputación de Barcelona (1976), Premio Nacional de Música (1979), y nombramiento como doctor Honoris Causa por la Universidad Central de Barcelona (1979).

Fijando toda la obra del compositor es preciso tener en cuenta la independencia de Mompou; no pertenece a ningún Grupo, no milita en ninguna causa colectiva… Compone lo que le place. Así pues, podemos destacar un estilo intimista y expresivo utilizando los mínimos recursos, con un halo modal. Quizá dentro de la tradición española, pero, reiterando, muy  independiente.

 

Bibliografía:

PREVEL, Roger. La música y Federico Mompou. Barcelona: Plaza y Janés, 1981.

GARCÍA ESTEFANÍA, Álvaro. Federico Mompou. Madrid: Publicaciones y Ediciones, Departamento de Comunicación de la Sociedad General de Autores de España (SGAE), 1994.